(Espn) Estados Unidos se confirmó como el equipo revelación de la Copa Confederaciones al derrotar a España por 2-0, en un día en el que el fútbol castigó a los campeones de Europa, al equipo de los récords por dos errores infantiles defensivos, tras una treintena de disparos a puerta y un desgaste físico exagerado.
La primera derrota de la España de Vicente Del Bosque no pudo ser más dolorosa. El fútbol premió la fuerza del bloque. La épica del débil. El planteamiento destructivo antes que el juego de toque. La apuesta de ataque de la 'Roja', que recuperó el sufrimiento de antiguas etapas para salir por la puerta de atrás de la Confederaciones al ser eliminado el equipo español por un rival menor.
Nunca una selección había tenido un camino tan sencillo hacia una deseada final como España. Estados Unidos era el último escollo. Su fuerza física, velocidad y verticalidad. Un fútbol que crece a base de alegrías en la zona Concacaf y decepciones en torneos mundiales. Y existía un referente que no había que obviar. Un día en el que la 'Roja' venció con un fútbol plano. Con su toque habitual sin profundidad. Una noche en la que aburrió camino de la Eurocopa.
De Santander a Bloemfontein se trasladó un duelo de hace un año. Con Estados Unidos sin complejos. Sin nada que perder ante una España insegura. A la que pesó como una losa la responsabilidad del favorito. Alejada, además, de las dosis de fortuna necesaria en las jugadas que marcaron el duelo.
El 'ejército' norteamericano ahogó de inicio la construcción, la salida de balón, para jugar a su estilo en los pocos minutos de los que disfrutó del esférico. De un lado a otro sin tiempo para el respiro. Juego veloz con finalización de la jugada, ayudado en un partido irregular de Carlos Puyol y dos despistes infantiles de Joan Capdevila y Sergio Ramos que costaron la eliminación en los dos únicos lanzamientos a la puerta de Iker Casillas.
Dos desmarques de Altidore a la espalda de Puyol había provocado a Iker a jugar de central. El capitán veía descentrado a su equipo y pedía calma. España no debía ir al choque sino anestesiar al rival, como siempre hace, con el toque para buscar espacios. Pero el amo del partido era Estados Unidos. Una chilena de Davies y un disparo que rozó el palo de Dempsey bajó de la nube a la 'Roja'.
Estados Unidos demostraba en diez minutos que no era Nueva Zelanda o Irak. Ni Sudáfrica. Para ganar, España debía sacar su mejor fútbol. La exigencia había aumentado. Xavi, el jugador con mayor porcentaje de pases acertados de la Confederaciones, representaba el nerviosismo. No conectaba en los últimos metros con Villa y Torres. Los centros de las bandas se perdían entre la nada.
Aparecía por cualquier zona Cesc, que primero lo intentó con un disparo lejano, antes de conectar con Torres. Disparó arriba. Cuando entraba con todo en el segundo palo. Villa estaba ansioso. El cazador caía en fueras de juego, buscaba la portería con demasiada rapidez y dejaba una imagen preocupante en una acción. Cortó el pase a banda de Xavi. Se armó la contra norteamericana y antes de pensar en defender optó por la queja. Xabi Alonso lo abroncó. Una imagen alejada de la paciencia necesaria para ganar unas semifinales.
Fue cuando llegó el castigo. La defensa permutó posiciones en un ataque norteamericano por la izquierda y dejó a Capdevila sobre Altidore. Eligió mal. Regaló la posición al anticiparse. Olvidó que era el último hombre. Chocó con una roca, que se giró, chutó al bulto, con la fortuna de que el guante de Casillas desvió el disparo hasta el palo. Lo tocó y entró.
El guión americano se cumplía a la perfección. Tenían una recompensa que defender. Apostaron por el contraataque e hicieron de su talón de aquiles, la endeblez defensiva, su punto fuerte. Villa, Torres y Ramos tuvieron el empate. España subía el ritmo, pero estaba negada ante el gol.
Necesitaba paciencia en la reanudación. Volver a su origen. Alejarse del nerviosismo. Y asedió a su rival. Lo encerró, lo fusiló a disparos que siempre sacó Howard. Donovan y Dempsey daban lecciones de contragolpes. El salto al fútbol europeo ha hecho crecer la competitividad de una selección que vivió su día de gloria.
Un paradón de Howard a zurdazo de Villa ajustado al palo y el tiro rozando el larguero de Alonso en un solo minuto -el 48- era la carta de presentación del segundo acto. La polémica no podía faltar, cuando Xavi, tras pase picado de Cesc, era derribado dentro del área en el momento de armar el disparo. Jorge Larrionda miró hacia otro lado.
La ansiedad crecía con las ocasiones desperdiciadas. Piqué y Ramos echaban la selección arriba, pero los tiros de Riera, Cesc, Villa en tres ocasiones y Ramos, completamente solo, no acababan en la red. Una contra con superioridad americana avisó. España necesitaba aire. El temor del estado físico de Del Bosque se confirmó. Tardó en los cambios, en apostar por extremos con la entrada de Cazorla y Mata.
Y cuando España recuperó la simetría recibió el castigo más duro. Otra contra. Centro potente de Donovan que rechaza en Piqué y Ramos en vez de despejar, deja muerto el balón en el área chica, para que Dempsey sentenciase a 16 minutos del final.
No había fuerzas para soñar con la remontada. La fiesta era norteamericana. Los intentos de Villa y Xabi Alonso cerraban la treintena de remates españoles. Las caras de incredulidad se apoderaron de todos. Nadie lo esperaba. Para España es hora de la autocrítica sin caer en exageraciones. La hora de aprender una lección para el Mundial.
Así, la derrota ante EEUU deja en 35 encuentros la serie consecutiva de la selección española sin conocer la derrota; un récord que compartía con Brasil (1993-96). Además, frena en 15 los triunfos seguidos que, en el partido contra Sudáfrica (2-0), del último sábado 20 de junio, España estableció como récord absoluto en la historia del fútbol.
La primera derrota de la España de Vicente Del Bosque no pudo ser más dolorosa. El fútbol premió la fuerza del bloque. La épica del débil. El planteamiento destructivo antes que el juego de toque. La apuesta de ataque de la 'Roja', que recuperó el sufrimiento de antiguas etapas para salir por la puerta de atrás de la Confederaciones al ser eliminado el equipo español por un rival menor.
Nunca una selección había tenido un camino tan sencillo hacia una deseada final como España. Estados Unidos era el último escollo. Su fuerza física, velocidad y verticalidad. Un fútbol que crece a base de alegrías en la zona Concacaf y decepciones en torneos mundiales. Y existía un referente que no había que obviar. Un día en el que la 'Roja' venció con un fútbol plano. Con su toque habitual sin profundidad. Una noche en la que aburrió camino de la Eurocopa.
De Santander a Bloemfontein se trasladó un duelo de hace un año. Con Estados Unidos sin complejos. Sin nada que perder ante una España insegura. A la que pesó como una losa la responsabilidad del favorito. Alejada, además, de las dosis de fortuna necesaria en las jugadas que marcaron el duelo.
El 'ejército' norteamericano ahogó de inicio la construcción, la salida de balón, para jugar a su estilo en los pocos minutos de los que disfrutó del esférico. De un lado a otro sin tiempo para el respiro. Juego veloz con finalización de la jugada, ayudado en un partido irregular de Carlos Puyol y dos despistes infantiles de Joan Capdevila y Sergio Ramos que costaron la eliminación en los dos únicos lanzamientos a la puerta de Iker Casillas.
Dos desmarques de Altidore a la espalda de Puyol había provocado a Iker a jugar de central. El capitán veía descentrado a su equipo y pedía calma. España no debía ir al choque sino anestesiar al rival, como siempre hace, con el toque para buscar espacios. Pero el amo del partido era Estados Unidos. Una chilena de Davies y un disparo que rozó el palo de Dempsey bajó de la nube a la 'Roja'.
Estados Unidos demostraba en diez minutos que no era Nueva Zelanda o Irak. Ni Sudáfrica. Para ganar, España debía sacar su mejor fútbol. La exigencia había aumentado. Xavi, el jugador con mayor porcentaje de pases acertados de la Confederaciones, representaba el nerviosismo. No conectaba en los últimos metros con Villa y Torres. Los centros de las bandas se perdían entre la nada.
Aparecía por cualquier zona Cesc, que primero lo intentó con un disparo lejano, antes de conectar con Torres. Disparó arriba. Cuando entraba con todo en el segundo palo. Villa estaba ansioso. El cazador caía en fueras de juego, buscaba la portería con demasiada rapidez y dejaba una imagen preocupante en una acción. Cortó el pase a banda de Xavi. Se armó la contra norteamericana y antes de pensar en defender optó por la queja. Xabi Alonso lo abroncó. Una imagen alejada de la paciencia necesaria para ganar unas semifinales.
Fue cuando llegó el castigo. La defensa permutó posiciones en un ataque norteamericano por la izquierda y dejó a Capdevila sobre Altidore. Eligió mal. Regaló la posición al anticiparse. Olvidó que era el último hombre. Chocó con una roca, que se giró, chutó al bulto, con la fortuna de que el guante de Casillas desvió el disparo hasta el palo. Lo tocó y entró.
El guión americano se cumplía a la perfección. Tenían una recompensa que defender. Apostaron por el contraataque e hicieron de su talón de aquiles, la endeblez defensiva, su punto fuerte. Villa, Torres y Ramos tuvieron el empate. España subía el ritmo, pero estaba negada ante el gol.
Necesitaba paciencia en la reanudación. Volver a su origen. Alejarse del nerviosismo. Y asedió a su rival. Lo encerró, lo fusiló a disparos que siempre sacó Howard. Donovan y Dempsey daban lecciones de contragolpes. El salto al fútbol europeo ha hecho crecer la competitividad de una selección que vivió su día de gloria.
Un paradón de Howard a zurdazo de Villa ajustado al palo y el tiro rozando el larguero de Alonso en un solo minuto -el 48- era la carta de presentación del segundo acto. La polémica no podía faltar, cuando Xavi, tras pase picado de Cesc, era derribado dentro del área en el momento de armar el disparo. Jorge Larrionda miró hacia otro lado.
La ansiedad crecía con las ocasiones desperdiciadas. Piqué y Ramos echaban la selección arriba, pero los tiros de Riera, Cesc, Villa en tres ocasiones y Ramos, completamente solo, no acababan en la red. Una contra con superioridad americana avisó. España necesitaba aire. El temor del estado físico de Del Bosque se confirmó. Tardó en los cambios, en apostar por extremos con la entrada de Cazorla y Mata.
Y cuando España recuperó la simetría recibió el castigo más duro. Otra contra. Centro potente de Donovan que rechaza en Piqué y Ramos en vez de despejar, deja muerto el balón en el área chica, para que Dempsey sentenciase a 16 minutos del final.
No había fuerzas para soñar con la remontada. La fiesta era norteamericana. Los intentos de Villa y Xabi Alonso cerraban la treintena de remates españoles. Las caras de incredulidad se apoderaron de todos. Nadie lo esperaba. Para España es hora de la autocrítica sin caer en exageraciones. La hora de aprender una lección para el Mundial.
Así, la derrota ante EEUU deja en 35 encuentros la serie consecutiva de la selección española sin conocer la derrota; un récord que compartía con Brasil (1993-96). Además, frena en 15 los triunfos seguidos que, en el partido contra Sudáfrica (2-0), del último sábado 20 de junio, España estableció como récord absoluto en la historia del fútbol.
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