No se puede pedir más suspenso en un partido con tan poco fútbol ya que, además, en el minuto 120 de juego, el último del suplementario, la selección de Ghana dispuso de un penalti por unas mano de Luis Suárez en la línea de gol (si no lo hacía era gol para el conjunto aricano) y el balón lanzado por Gyan dio en el travesaño.
Uruguay, que jugó de visitante en un estadio volcado con la selección de Ghana, se metió por quinta vez en su historia entre los cuatro mejores equipos del Mundial, y el equipo africano no pudo darle esa satisfacción a su continente.
El fútbol brilló por su ausencia en el tramo inicial del partido, con dos equipos indecisos e imprecisos, que no sólo no coordinaban acciones de peligro ante la valla rival, sino que eran incapaces de dar dos pases seguidos.
En esta fase de apatía o de respeto inicial, la selección uruguaya estuvo ligeramente por encima de la ghanesa y dispuso de dos opciones de gol, una muy tímida en un remate de cabeza de Cavani (sobre los 18) y otra un poco más clara en un disparo de Suárez, a los 26.
El equipo uruguayo basaba su potencial ofensivo únicamente en acciones a balón parado: faltas y córners que lanzaba Forlán sin el acierto que iba tener tras el descanso.
A la media hora se acabaron las fuerzas de Uruguay en el primer período, ya que a partir de un remate de cabeza de Vorsah, en el minuto treinta, el juego estuvo del lado de Ghana.
Lo estuvo más por ocasiones de gol que por juego. Fue una fase del partido en la que los jugadores africanos dispusieron de varias opciones, lo que se unió a unos minutos plagados de adversidades para Uruguay, primero con la lesión y sustitución del capitán Lugano por Scotti, y luego por un fuerte golpe en la cabeza de Fucile.
Ya en tiempo adicionado, una jugada en la que la defensa uruguaya estuvo muy pasiva, se produjo un disparo lejano de Muntari, ayudado por la pantalla que hizo Gyan al balón para que Muslera no lo viera, que acabó en la red y propició un marcador justo para los merecimientos de ambos equipos.
No entró bien Uruguay en la segunda mitad, ya que al principio mostró las mismas deficiencias que en la primera.
Sin embargo, a los diez minutos de juego, una falta lanzada con potencia y colocación por Diego Forlán puso el empate en el marcador. Era la primera ocasión clara de los uruguayos en la reanudación y en ella llegó la igualdad.
El partido mejoró. Forlán adelantó su posición y se situó como delantero, al igual que Cavani, por lo que la selección de Oscar Tabarez pasó a jugar con un cuatro-tres-tres, lo que le dio más profundidad y más intensidad, aunque también dejó más espacios para la contra de Ghana.
En cualquier caso, había mucho balón dividido y, aunque Uruguay recuperó la autoridad perdida en la primera mitad y se acercó con peligro a la meta rival, el partido estaba completamente abierto.
Como ninguno de los dos equipos fue capaz de cerrarlo, el partido necesitó de la prórroga tras noventa minutos con muchas sombras y pocas luces, en la que los errores, fallos y las pérdidas de balón pudieron con las acciones de calidad, que apenas se dieron.
En el suplementario, el partido se puso muy duro para los dos equipos. Era un encuentro de ida y vuelta, sin posesiones sostenidas de balón y sin un dominador claro. Lo único que tenía era despropósitos.
La jugada más destacada de la primera parte de la prórroga fue un posible penalti sobre Abreu y, en la segunda, al mal juego de ambos equipos se unió en cansancio. Sólo una acción aislada podía resolver en el encuentro antes de los penales.
La hubo y no fue cuestión menor. Minuto 119. Mano de Luis Suárez en la línea de gol. Penalti y expulsión. Lanzamiento de Gyan que se estrella en el travesaño. Desazón para Ghana, ilusión para Uruguay. Luego vino la tanda de penaltis. Y allí ya se sabe, el festejo fue para los celestes...
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