Leo en EBD que el Real Madrid pretende fichar a Lassana Diarra y no puedo evitar ponerme a escribir un nuevo post, a pesar del tiempo pasado desde el último. Las comparaciones por lo general suelen ser odiosas e injustas, pero no puedo resistirme a comparar la filosofía de los dos equipos más laureados en su competición doméstica de las grands Ligas de Europa. Hablo del susodicho Real Madrid y de la Juventus. Comenta Gaby Ruiz en su blog, muy acertadamente, que la verdadera diferencia entre el Real Madrid y la Juventus no es en esencia el fútbol practicado, el estilo en sí mismo. Estilos, como colores, hay muchos y están ahí para elegirlos. La Juventus ha tenido y tendrá siempre un mismo estilo, tan identificativo, que le sirve para salir de las peores situaciones tirando de historia y de filosofía al más puro estilo italiano. El Real Madrid lo tenía, pero a día de hoy, derrotado en el Camp Nou, en puestos de UEFA y a doce puntos del líder en la Liga, no lo tiene. No es cuestión de jugar mejor o peor. Es cuestión de saber a qué jugar o no saber a qué jugar. Mientras unos los saben, otros lo desconocen.
Por tanto el problema del Madrid no se arregla única y exclusivamente con jugadores medios que despunten en una determinada época del año. Por muchos Diarra que el equipo ostente en su vestuario, mientras la filosofía de trabajo y de juego no esté clara, o como mínimo, siquiera se haya planteado, no servirá absolutamente para nada. Las carencias en el estilo, en el plan, en un equipo, se suelen suplir con megaestrellas del firmamento mundial cuya luz ilumina a la humanidad y demás calificativos en los que se prodigan los plumillas del periodismo deportivo español. Digo que se suplen con ellos y la prueba que refuta esta teoría es el mismo Madrid de hace cinco años, el de los galácticos que ganó la última Liga de Florentino. ¿Plan? En el 2000 el equipo estaba desquiciado en Liga, de hecho terminó quinto, pero la Copa de Europa y jugadores superiores como Seedorf o Redondo suplieron las carencias de un conjunto que no se comportaba como tal. Llegaron los galácticos, el plan siguió siendo inexistente, se ganaron dos Ligas y una Copa de Europa gracias a las genialidades de tipos como Zidane, Figo o Ronaldo y todo fue jauja y golosinas.
Sin embargo descubrimos el error de fondo cuando la pieza que unía defensa y ataque se sintió mal tratada y despreciada. Se marchó Makeléle y el equipo mostró unas carencias hasta la fecha desconocidas, esto es, una falta de plan, de estilo, de filosofía determinada alarmante. Esa carencia, esa falta de plan, no se solucionó jamás con la llegada de Calderón, que se limitó a tapar parches y a tirar de heróica para conquistar dos Ligas. Hasta hoy. La Juventus venció el domingo al Milan y pudo golearle. Si repasamos su alineación titular, restando a Nedved y Del Piero, jamás hubiéramos deducido que tal equipo se trataba del juventino. Probablemente el equipo de Turín tenga más bajas en la enfermería y menos estrellas que el de Madrid. Allí, no se quejan. Saben que el trabajo, la planificación y un estilo, en resumidas cuentas, saber a qué se juega, consigue solventar cualquier problema de calidad que el equipo ostente, por muy grande que sea. Las diferencias, en efecto, son odiosas.
Por tanto el problema del Madrid no se arregla única y exclusivamente con jugadores medios que despunten en una determinada época del año. Por muchos Diarra que el equipo ostente en su vestuario, mientras la filosofía de trabajo y de juego no esté clara, o como mínimo, siquiera se haya planteado, no servirá absolutamente para nada. Las carencias en el estilo, en el plan, en un equipo, se suelen suplir con megaestrellas del firmamento mundial cuya luz ilumina a la humanidad y demás calificativos en los que se prodigan los plumillas del periodismo deportivo español. Digo que se suplen con ellos y la prueba que refuta esta teoría es el mismo Madrid de hace cinco años, el de los galácticos que ganó la última Liga de Florentino. ¿Plan? En el 2000 el equipo estaba desquiciado en Liga, de hecho terminó quinto, pero la Copa de Europa y jugadores superiores como Seedorf o Redondo suplieron las carencias de un conjunto que no se comportaba como tal. Llegaron los galácticos, el plan siguió siendo inexistente, se ganaron dos Ligas y una Copa de Europa gracias a las genialidades de tipos como Zidane, Figo o Ronaldo y todo fue jauja y golosinas.
Sin embargo descubrimos el error de fondo cuando la pieza que unía defensa y ataque se sintió mal tratada y despreciada. Se marchó Makeléle y el equipo mostró unas carencias hasta la fecha desconocidas, esto es, una falta de plan, de estilo, de filosofía determinada alarmante. Esa carencia, esa falta de plan, no se solucionó jamás con la llegada de Calderón, que se limitó a tapar parches y a tirar de heróica para conquistar dos Ligas. Hasta hoy. La Juventus venció el domingo al Milan y pudo golearle. Si repasamos su alineación titular, restando a Nedved y Del Piero, jamás hubiéramos deducido que tal equipo se trataba del juventino. Probablemente el equipo de Turín tenga más bajas en la enfermería y menos estrellas que el de Madrid. Allí, no se quejan. Saben que el trabajo, la planificación y un estilo, en resumidas cuentas, saber a qué se juega, consigue solventar cualquier problema de calidad que el equipo ostente, por muy grande que sea. Las diferencias, en efecto, son odiosas.
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