Los rojiblancos hicieron bueno el 4-0 que cosecharon en el partido de ida y no tuvieron problemas para culminar su lucha por la Copa del Rey. La confianza depositada en la competición del 'k.o.' ha dado sus frutos a los de Quique Sánchez Flores.
El conjunto colchonero es experto en estropear guiones felices y celebraciones casi establecidas por defecto. En El Sardinero avisaron de que la plantilla atlética es su peor enemigo, pero a la vez, un equipo con argumentos, que ha ido ganando solidez en defensa con la presencia de Álvaro Domínguez y con el pulso acertado en la delantera, donde el 'Kun' Agüero sigue siendo la referencia.
No habían pasado dos minutos cuando un autogol de Valera hacía revivir los peores presagios. Las cartas se habían echado sobre la mesa y la disposición local --alocada y agresiva-- dio su fruto bien pronto. Con el 1-0 y más de 88 minutos por disputar, la afición montañesa creía que todo era posible, y más si el espíritu de Corocotta había sido invocado.
Pero no más lejos de la realidad, el Atlético de Madrid respondió con la misma moneda. Sólo seis minutos después, una falta botada por el renacido José Antonio Reyes sirvió para equilibrar la balanza. El utrerano sirvió el esférico al borde del área y en una concatenación de prolongaciones, Moratón acabó por introducirla en su propia portería.
Este gol tranquilizó a los rojiblancos, que ya tenían la eliminatoria en su mano salvo catástrofe. Y así pasó, el Racing se desesperó y se vació sobre el verde de un repleto Sardinero, que todavía creía en la hazaña. Ahí surgió la figura del mediapunta del Puerto de Santa María. José Manuel Jurado firmó un tanto de bandera tras la reanudación y terminó con el debate.
Ese 2-1 dejó 'muerto' al equipo de Miguel Ángel Portugal, quién se había encargado de calentar el envite, molesto por el trato arbitral. Pero hoy, el hombre de negro, poco o nada tuvo que ver con el desarrollo del partido. Los de casa, que perdieron a Cristian por expulsión, vivieron sus mejores momentos en los últimos instantes.
Cuando Quique había decidido guardar al salvador Thiago, al Kun y a un 'caliente' Reyes, el Racing pasó como un torbellino sobre un dormido Atleti. Xisco, primero y Tchité, después, dejaron la victoria en casa. Un triunfo amargo que elimina al Racing por segunda vez en su historia a un paso de la final, pero que sirve a la parroquia colchonera para inyectarse una importante dosis de moral.
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