Con la entrada del nuevo siglo el fútbol dió un lavado de cara poco recomendado. La dichosa "Ley Bosman", junto a los lucrosos contratos televisivos que los equipos firmaron, hicieron en España y en el mundo en general, un flaco favor al balompié.
Los presidentes de los equipos, transformados en "reyes Midas", no midieron en sus gastos y ficharon jugadores por encima de sus precios reales, teniendo en cuenta que podían fichar jugadores europeos o con pasaporte a golpe de talonario. Así, los equipos llenaban sus plantillas con jugadores extranjeros, dejando a un lado a la cantera.
Esto para todos los clubs, se convirtió en pan para hoy y hambre para mañana. Y es que todos los equipos, salvo casos obligados como el Athletic, dejaron sus canteras al margen, siendo éstas menospreciadas.
En los años 60', las teorías del filósofo Herbert Marcuse eran seguidas y alabadas. Comentaba entre sus teoría, que los cambios sociales llegaban de la mano de las revoluciones juveniles, ya que el pensamiento de los jóvenes no estaba viciado todavía por el devenir social. En 1968 se produjo la revuelta estudiantil en París y un año más tarde llegaba la archiconocida revolución del 69', con claros matices y preceptos de los escritos de Marcuse.
Paralelamente en el tiempo, el Deportivo de la Coruña parece verse reflejado en el espejo a Marcuse.
Con un equipo casi en bancarrota (tiene unos 150 millones de € en deuda), y jugadores venidos a menos por la edad de la plantilla, al equipo no le ha quedado más remedio que adaptarse a los mandamientos del filósofo alemán.
Considero que es un acierto este tipo de proyecto, aparte de poder ser un ejemplo para el resto de los equipos. Fichar jugadores jóvenes con gran proyección, aseguran en cierta medida, no solo la duración de la plantilla, sino la posibilidad de poder salir a flote a medio-largo plazo económicamente. Todo esto aderazado de la conocida frase: "juventud, divino tesoro".
Confiar en jugadores jóvenes, es saber que apuestas por gente que por lo menos se van da dejar la vida en el terreno de juego, aparte de no estar todavía viciados por grandes contratos y flashes. La juventud concede hambre de títulos y al cuadro de Lendoiro no le viene nada mal.
Con ello, y la elección de un entrenador que sabe exprimir las cualidades de estos chavales, el Deportivo parece poder recuperar laureles perdidos que antaño permitía a los seguidores coruñeses la posibilidad de poder celebrar los títulos en la plaza de Cuatro Caminos.
Por ahora las cosas no les van nada mal. Sin perder un punto en casa (Riazor parece volver a ser un fortín), el "Baby Depor" asoma la cabeza por la zona alta de la Liga. Y es que el "Totem" Marcuse parece haberse convertido en símbolo de adoración en tierras herculinas.
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