Sevilla se erigió en el centro del universo en pos de lograr la paz en Palestina e Israel. Un tarea complicada, pero no imposible. Y es que más de 500 millones de espectadores pudieron comprobar que si un partido une a dos tierras, también se puede lograr en el día a día. Lo de menos era el resultado o el fútbol vistoso. Sólo una cosa era importante: la paz. Desde los prolegómenos hasta minutos después del final del choque se vivió una auténtica fiesta. Sevilla estaba por la causa y se apuntó a la cita. Faltaban estrellas, pero había otras muchas sobre el césped. Los nombres tampoco importaban, sólo la causa. Platini, Simon Peres y muchos más no quisieron perderse el llamado Partido de la Paz. El astro francés hizo el saque de honor junto con el viceprimer ministro de Israel. Todo era una fiesta. Sobre el césped, también. Los jugadores de la Selección de Andalucía también pusieron su granito de arena. Su rival, muchos de ellos no profesionales, también demostraron que todo es posible. Con la ola en la grada del Estadio de La Cartuja, llegaron los goles. Ya digo, era lo de menos. Güiza, en dos ocasiones, y Alfaro, por parte andaluza, y Saban, por el combinado palestino-israelí, fueron los realizadores. Hubo más, pero no importa. Lo que de verdad vale es que pronto se llegue a la paz.
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