Una vez más los errores defensivos condenaron al conjunto rojiblanco, y el gol de un viejo conocido de la Liga española como Nenad Mirosavljevic en los primeros cinco minutos de partido fue suficiente para condenarle a un nuevo sobresalto que alarga la agonía en la competición europea.
Y es que apenas había comenzado el partido cuando el Atlético de Madrid se chocaba de frente con su triste realidad, la de una fragilidad defensiva que arrastra consigo las esperanzas del equipo en encontrar el camino de la recuperación.
El extremo chipriota tanteó a Ujfalusi, observó las facilidades y se atacó la línea de fondo. Su centro no encontró más oposición que la mirada de Luis Amaranto Perea, que asistió en primera fila a la entrada de Mirosavljevic en el área. El que fuera delantero cadista no tuvo más que acomodar el pie para batir a Asenjo ante la visible desesperación de Quique Sánchez Flores.
Ni siquiera haber renunciado a un extremo para dar entrada a alguien con más presencia en el centro del campo tapó los problemas en defensa que frustran a los rojiblancos. Lograron disfrutar más del balón, pero no más peligro. A pesar de los intentos de Jurado, los dos hombres de arriba tuvieron que granjearse sus escasas ocasiones.
Y es que una vez conseguido su objetivo, el APOEL replegó filas y se hizo fuerte en la zaga sin intención de hacer más daño. Los de Ivan Jovanovic mantuvieron la seriedad en defensa y resistieron bajo el escaso peligro que creaba el Atlético, más templado de lo que sus urgencias pudieran sugerir.
Como si la inseguridad en defensa le impidiera volcarse sin reparos hacia la portería rival, los rojiblancos hilvanaban lento y previsible, sin atisbos de poder romper un ritmo soplaba a favor del equipo con ventaja en el luminoso. Tuvo que ser la suerte quien por una vez jugara a su favor para arrojar un hilo de esperanza.
En su intento de atajar un disparo cruzado de Agüero, el portero chipriota despejó hacia la frontal del área, lugar prohibido. Y allí estaba Simao para restablecer el empate y reavivar a un Atlético que hasta entonces naufragaba balón en mano. El gol evitó el descalabro y sólo entonces se vio algo de nervio en los jugadores rojiblancos.
Sin embargo, la reacción no llegó a tiempo e incluso el APOEL dispuso de ocasiones para inquietar a Asenjo. Un intercambio de golpes estéril que terminó con un justo reparto de puntos, puesto que el Atlético de Madrid quedó lejos de merecer la victoria.
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