Atletico de Madrid 2 - 1 Fulham
(Forlán 31', 117' - Simon Davies 36')
(Forlán 31', 117' - Simon Davies 36')
Dos goles del uruguayo Diego Forlán, el definitivo 2-1 a siete minutos del final de la prórroga, recuperaron la grandeza del Atlético de Madrid, de nuevo en la primera plana de una competición continental, 48 años después de su anterior título, con un triunfo agónico y repleto de sufrimiento ante el Fulham.
La Europa League ya es del conjunto rojiblanco, que solventó un partido muy incómodo, ajeno a la supuesta condición de favorito del equipo madrileño, en el tiempo extra, cuando la tanda de penaltis parecía la única fórmula para derribar al Fulham, un rival muy competitivo y que hizo también méritos para ganar.
No importaron los pronósticos, que apuntaban al Atlético como ganador por su superior calidad, su presupuesto y su historia, entre otros asuntos. Era su quinta final continental, su duelo 212 en competiciones de las UEFA; el Fulham, con 33 choques europeos, se estrenaba en un encuentro de este tipo.
Pero el partido fue bien distinto, porque el conjunto británico, sin ningún título internacional ni nacional desde su fundación en 1879, disfruta de una realidad prometedora, basada en su colectivo, el mismo que le mantuvo invicto en Europa en los últimos cinco choques y que planteó un duelo muy exigente para el Atlético.
Nunca encontró el ritmo del choque, en un partido por momentos demasiado físico para los intereses del grupo dirigido por Quique Sánchez Flores, un encuentro con pocas ocasiones y menos fútbol durante los primeros 90 minutos, en los que todo lo relevante en ataque de los rojiblancos llegaba en acciones demasiado aisladas.
No necesitó mucho más para marcar. Avisó por medio del uruguayo Diego Forlán, con un tiro cruzado al poste; el argentino 'Kun' Agüero, con un par de acciones, y José Antonio Reyes, con un lanzamiento de falta, y marcó el 1-0 en un buen contragolpe, dirigido por Reyes y culminado por el charrúa en el minuto 32.
Del primero, con un auto-pase entre dos rivales y un quiebro para deshacerse de tres contrincantes, surgió el 1-0, que pasó por las botas del portugués Simao, en la otra banda; por las de Agüero, con un remate en semi-fallo, y finalmente por el toque sutil junto al poste de Forlán, sin opción de reacción para el portero Schwarzer.
Pero el Atlético dilapidó su renta en cinco minutos, del 32 al 37, cuando llegó el 1-1 del Fulham, un equipo que se mueve en ataque al ritmo de Bobby Zamora. Lo demostró en sus primeros acercamientos y lo confirmó con el empate, que comenzó en sus botas y que terminó, tras unos rechaces, un posterior centro y un despeje sin suerte del brasileño Assuncao, en el remate en el segundo palo de Simon Davies.
Final abierta, casi una hora por disputarse, mucho equilibrio sobre el césped, pese a los intentos ofensivos de Forlán y Simao en el tramo final de la primera parte, y toque de atención para el Atlético, mucho menos favorito que antes del inicio del choque, anulado en ataque por su contrincante y encomendado a su talento individual para desatascar un partido cada vez más inquietante.
Así sobrevivió al intento dentro del área de Simon Davies, al que respondió David de Gea con una mano salvadora, en los peores momentos del conjunto rojiblanco, desconectado, sin ocasiones, sin dominio e, instantes después, con cambios en su equipo, Jurado por Simao, primero, y el argentino Eduardo Salvio por Reyes, después.
El paso de los minutos reactivó al Atlético, obligado a demostrar algo más para llevarse la final, condenada a una prórroga tensa -pese al empeño rojiblanco, ya lanzado al ataque, por evitarlo-, a jugar media hora definitiva, sin margen de error, con todo un título europeo para el vencedor y sin consolación para el perdedor.
Y Forlán y Agüero nunca quieren perder. Entre los dos se asociaron en el minuto 115, cuando el partido tenía pinta de tanda de penaltis para devolver al Atlético a la cima europea, 48 después de su anterior título continental, en la Recopa del 62, al sitio que le corresponde por historia al club rojiblanco.
La Europa League ya es del conjunto rojiblanco, que solventó un partido muy incómodo, ajeno a la supuesta condición de favorito del equipo madrileño, en el tiempo extra, cuando la tanda de penaltis parecía la única fórmula para derribar al Fulham, un rival muy competitivo y que hizo también méritos para ganar.
No importaron los pronósticos, que apuntaban al Atlético como ganador por su superior calidad, su presupuesto y su historia, entre otros asuntos. Era su quinta final continental, su duelo 212 en competiciones de las UEFA; el Fulham, con 33 choques europeos, se estrenaba en un encuentro de este tipo.
Pero el partido fue bien distinto, porque el conjunto británico, sin ningún título internacional ni nacional desde su fundación en 1879, disfruta de una realidad prometedora, basada en su colectivo, el mismo que le mantuvo invicto en Europa en los últimos cinco choques y que planteó un duelo muy exigente para el Atlético.
Nunca encontró el ritmo del choque, en un partido por momentos demasiado físico para los intereses del grupo dirigido por Quique Sánchez Flores, un encuentro con pocas ocasiones y menos fútbol durante los primeros 90 minutos, en los que todo lo relevante en ataque de los rojiblancos llegaba en acciones demasiado aisladas.
No necesitó mucho más para marcar. Avisó por medio del uruguayo Diego Forlán, con un tiro cruzado al poste; el argentino 'Kun' Agüero, con un par de acciones, y José Antonio Reyes, con un lanzamiento de falta, y marcó el 1-0 en un buen contragolpe, dirigido por Reyes y culminado por el charrúa en el minuto 32.
Del primero, con un auto-pase entre dos rivales y un quiebro para deshacerse de tres contrincantes, surgió el 1-0, que pasó por las botas del portugués Simao, en la otra banda; por las de Agüero, con un remate en semi-fallo, y finalmente por el toque sutil junto al poste de Forlán, sin opción de reacción para el portero Schwarzer.
Pero el Atlético dilapidó su renta en cinco minutos, del 32 al 37, cuando llegó el 1-1 del Fulham, un equipo que se mueve en ataque al ritmo de Bobby Zamora. Lo demostró en sus primeros acercamientos y lo confirmó con el empate, que comenzó en sus botas y que terminó, tras unos rechaces, un posterior centro y un despeje sin suerte del brasileño Assuncao, en el remate en el segundo palo de Simon Davies.
Final abierta, casi una hora por disputarse, mucho equilibrio sobre el césped, pese a los intentos ofensivos de Forlán y Simao en el tramo final de la primera parte, y toque de atención para el Atlético, mucho menos favorito que antes del inicio del choque, anulado en ataque por su contrincante y encomendado a su talento individual para desatascar un partido cada vez más inquietante.
Así sobrevivió al intento dentro del área de Simon Davies, al que respondió David de Gea con una mano salvadora, en los peores momentos del conjunto rojiblanco, desconectado, sin ocasiones, sin dominio e, instantes después, con cambios en su equipo, Jurado por Simao, primero, y el argentino Eduardo Salvio por Reyes, después.
El paso de los minutos reactivó al Atlético, obligado a demostrar algo más para llevarse la final, condenada a una prórroga tensa -pese al empeño rojiblanco, ya lanzado al ataque, por evitarlo-, a jugar media hora definitiva, sin margen de error, con todo un título europeo para el vencedor y sin consolación para el perdedor.
Y Forlán y Agüero nunca quieren perder. Entre los dos se asociaron en el minuto 115, cuando el partido tenía pinta de tanda de penaltis para devolver al Atlético a la cima europea, 48 después de su anterior título continental, en la Recopa del 62, al sitio que le corresponde por historia al club rojiblanco.
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