Los síntomas alcanzan incluso a Casillas, que no pudo evitar la rúbrica de un sensacional Del Piero. El veterano italiano, con dos tantos de enorme clase y que recibió la ovación de la grada en su despedid del césped, se encargó de profundizar en las amarguras del equipo blanco. Dos derrotas en Europa ante una Juve esforzada, pero sin el lujo de épocas mejores y que anuncian marejada en Chamartín.
Era el escenario idóneo para revitalizarse, de vuelta al Bernabéu y ante un 'grande'. El Real Madrid acostumbra a aliviar sus flaquezas en Europa, donde pesa su escudo y camiseta. El equipo enciende entonces su garra y coraje, pero las penurias blancas son más grandes de las demostradas hasta ahora en Liga.
La Juventus descubrió el tamaño de las debilidades del equipo de Schuster. Es cierto que a la antigua usanza, con dos zarpazos de un histórico y echándose atrás todo el partido, y con un Madrid que de haber tenido más tino podría haber estado más cerca de un resultado positivo, pero lo hizo.
El equipo del Piamonte despobló hasta las gradas del coliseo merengue, que perdió la confianza en su equipo con el segundo tanto de Del Piero. Las consecuencias son imprevisibles, pero la derrota marca a un equipo que se deshace demasiado pronto.
El primer contratiempo se produjo ya en el calentamiento. Robben se lesionaba y dejaba al equipo blanco sin su zurda y velocidad desequilibrante. La arriesgada apuesta de Schuster fue Drenthe, un jugador con cualidades todavía no visibles y quizá lejos del nivel necesario para un Real Madrid.
El holandés, de inicio, se encontró con un Mellberg que le medía en la distancia y podría haber obtenido algún rédito, pero sus internadas se perdían en pases equívocos. El Real Madrid encontró un primer filón en el flanco izquierdo, volcando el juego en Sneijder, pero la Juve poco tardó en cerrar aquel espacio. Un Madrid limitado en la derecha, con un Ramos sin autoestima, empezó a retorcerse en la zona ancha sin soluciones.
Guti asomaba, aportando clarividencia, pero faltaban conexiones y asociaciones entre jugadores. El conjunto de Schuster marchaba hacia un túnel oscuro, sin luz en el horizonte, que además se estrechó en la primera genialidad del encuentro.
La Juve había replegado líneas, abocada a jugar con las urgencias del equipo blanco, y la táctica surgió efecto gracias a Del Piero. Ni siquiera había avisado el equipo del Piamonte cuando el veterano de oro, dos años mayor que Raúl, encandiló con su figura a un rendido Cannavaro para ganarse un espacio y ajustar su disparo con la zurda al palo de Casillas.
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