Higuaín marcó cuatro goles el sábado a eso de las 20:00 y Eto'o, tras comenzar el partido que enfrentaba al Barcelona contra el Valladolid, se dispuso a hacer lo mismo. Ambos marcaron cuatro goles, y ambos mantienen a día de hoy una relevancia inusitada para la prensa primero, la afición después y el equipo en última instancia, aunque pueda parecer aberrante y de nulo conocimiento futbolístico afirmar esto último. Para la prensa porque crear héroes siempre mola. Se venden periódicos a raudales y se escriben ríos ventajistas de tinta sobre las habilidades siempre latentes en el jugador de turno, ya vista de blanco o baulgrana. La afición crea héroes pero de una manera diferente, sin ánimo lucrativo, o al menos no más allá del puro espectáculo y gozo de su equipo. Y sí, en última instancia el equipo, para quien cuatro goles siguen siendo cuatro goles los marque quien los marque. Dicho sea de paso, otro día los marcará otro y así sucesivamente. A pesar de ello, a pesar incluso de que alguno prepare ya la retahíla de insultos, no niego que ambos dos protagonistas tuvieron un día de gloria.
Pero con connotaciones diferentes, y me gustaría hacer hincapié en esto ya que desde la siempre simpática prensa madrileña se comienza a vender la figura de Higuaín como la respuesta a todos los males del Madrid, que no son pocos. Higuaín es un jugador con futuro, rápido, con desborde y hasta hace un par de meses con una inutilidad crónica a la hora de encarar con asiduidad a la portería. De golpe eso ha desaparecido. De golpe Higuaín ha marcado cuatro goles fruto de la desesperación de su equipo, de la necesidad del Madrid de Schuster de creer en dioses y en héroes ante su fatal coordinación táctica sobre el terreno de juego. Los goles de Higuaín son el fruto de un grito desesperado de un equipo que tan sólo sabe actuar cuando se aferra a la épica, cuando está todo en contra, cuando lo paranormal llama a sus puertas. El Madrid necesita hoy héroes y el argentino lo fue por una noche marcando todos los goles en el Bernabeú para vencer a un mucho más digno Málaga y mantenerse arriba. Higuaín no debe ensombrecer el verdadero motivo de sus goles. Una desidia latente atrás y un desorden generalizado. Anarquía. Es por ello por lo que se recurre a la épica.
Tras Higuaín llegó el todopoderoso y fogoso Barcelona para dar la réplica al Madrid. Lo hizo, como lo lleva haciendo toda la temporada sin rubor alguno, sin vergüenza y sin compasión. Dos años de sequía y sobre todo de desesperación total han reconvertido al Barça en un animal insaciable que tan sólo encuetra cierto alivio a su dolor en unas goleadas que, sin llegar a ser históricas, destacan por su cantidad en el calendario. Almería, Atlético de Madrid, Basilea, Valladolid, Málaga y probablemente me deje alguno por el camino. Muchos goles, muchos de Eto'o quien se tomó la actuación de Higuaín como si fuera algo personal y quien personifica la voracidad de su equipo. Tiene gracia recordar cómo hace tres meses estaba defenestrado y con pie y medio fuera del equipo por culpa del que hoy mismo es el nuevo mesías culé, Guardiola. Una gracia inmensa. Lo de Eto'o es diferente. Sus cuatro goles son la consecuencia del fútbol semi-perfecto del Barcelona. No de la épica. Es fruto de la lógica. Probablemente estos tres párrafos supongan un razonamiento inocuo a lo largo de la temporada. Pero temo que los cuatro goles y los motivos de su consecución, sean en mayo las metáforas perfectas de la temporada que nos abandonará.
PD: Gracias de nuevo al equipo de El Balón Digital por invitarme una vez más a colaborar en el blog. Tras unos meses algo perdido en no sé donde vuelvo para cada semana dejar algunos pensamientos.
Pero con connotaciones diferentes, y me gustaría hacer hincapié en esto ya que desde la siempre simpática prensa madrileña se comienza a vender la figura de Higuaín como la respuesta a todos los males del Madrid, que no son pocos. Higuaín es un jugador con futuro, rápido, con desborde y hasta hace un par de meses con una inutilidad crónica a la hora de encarar con asiduidad a la portería. De golpe eso ha desaparecido. De golpe Higuaín ha marcado cuatro goles fruto de la desesperación de su equipo, de la necesidad del Madrid de Schuster de creer en dioses y en héroes ante su fatal coordinación táctica sobre el terreno de juego. Los goles de Higuaín son el fruto de un grito desesperado de un equipo que tan sólo sabe actuar cuando se aferra a la épica, cuando está todo en contra, cuando lo paranormal llama a sus puertas. El Madrid necesita hoy héroes y el argentino lo fue por una noche marcando todos los goles en el Bernabeú para vencer a un mucho más digno Málaga y mantenerse arriba. Higuaín no debe ensombrecer el verdadero motivo de sus goles. Una desidia latente atrás y un desorden generalizado. Anarquía. Es por ello por lo que se recurre a la épica.
Tras Higuaín llegó el todopoderoso y fogoso Barcelona para dar la réplica al Madrid. Lo hizo, como lo lleva haciendo toda la temporada sin rubor alguno, sin vergüenza y sin compasión. Dos años de sequía y sobre todo de desesperación total han reconvertido al Barça en un animal insaciable que tan sólo encuetra cierto alivio a su dolor en unas goleadas que, sin llegar a ser históricas, destacan por su cantidad en el calendario. Almería, Atlético de Madrid, Basilea, Valladolid, Málaga y probablemente me deje alguno por el camino. Muchos goles, muchos de Eto'o quien se tomó la actuación de Higuaín como si fuera algo personal y quien personifica la voracidad de su equipo. Tiene gracia recordar cómo hace tres meses estaba defenestrado y con pie y medio fuera del equipo por culpa del que hoy mismo es el nuevo mesías culé, Guardiola. Una gracia inmensa. Lo de Eto'o es diferente. Sus cuatro goles son la consecuencia del fútbol semi-perfecto del Barcelona. No de la épica. Es fruto de la lógica. Probablemente estos tres párrafos supongan un razonamiento inocuo a lo largo de la temporada. Pero temo que los cuatro goles y los motivos de su consecución, sean en mayo las metáforas perfectas de la temporada que nos abandonará.
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