Ni el orgullo demostrado por Raúl, con tres goles, ni la aportación del canterano Bueno, con un tanto de bella factura, sirvieron para superar una eliminatoria en la que el Irún le ha hecho seis goles a los blancos, clasificándose por el valor doble de los tantos, y ridiculizando un proyecto a la deriva tras un partido de consecuencias insospechadas, de los que marcan tendencia y debería instar a la reflexión en la cúpula blanca.
El equipo de Schuster, con seis de los considerados titulares en el once inicial, mostró la línea de los últimos partidos. Almería, Juventus o Málaga pusieron en entredicho al equipo, que se ha terminado de deshacer en el Bernabéu ante un Segunda B, en el momento más delicado de la temporada.
El cabezazo de Eneko, cuando el Real Madrid, pese a todas sus carencias, había dado la vuelta a la eliminatoria, dejó helado al coliseo blanco, que se volvió contra un equipo que no jugó y se vio desbordado por su rival en la mayor parte del encuentro. El Real Madrid sufrió, adoleció de fútbol y por momentos del coraje necesario para no pasar vergüeza sobre el césped.
Ya la primera parte fue reflejo de lo que es el actual Real Madrid, un equipo con enorme inseguridad defensiva y un centro del campo inexistente. Los de Schuster se las vieron y desearon para frenar el ataque inundarra, que ganaba constantemente la espalda a internacionales como Cannavaro o Metzelder. Así pasó que apenas transcurridos trece minutos Abasolo aprovechó un envío desde la banda derecha para hacer saltar las alarmas.
La reacción merengue fue nula. Sólo Raúl corría insaciable detrás del balón sin conseguir alguna acción de mérito. Un premio que tardaría en llegar. A diez minutos del descanso, el capitán sumó el primero de su cuenta con un cabezazo de pícaro, levantando el balón por encima del meta visitante. Sin embargo el gol del siete no impidió que el mar siguiera revuelto.
Justo tres minutos después de la reanudación, el Real Unión volvió a adelantarse en el marcador. Otro desajuste defensivo sirvió para que Salcedo se quedase sólo delante de Dudek y le batiese por bajo. Aún así la respuesta local volvió a ser rápida. Raúl volvió a empujar en boca de gol tras una buena jugada del voluntarioso Drenthe, que lo intentaba casi siempre sin éxito.
En el partido, que estaba sin dueño fijo, surgió la figura del canterano Antonio Bueno. El jugador del Castilla se sacó un golazo con su diestra para alentar a la parroquia blanca, que veía factible culminar la remontada. Raúl permitió por fin respirar a la grada a tres minutos del final con el cuarto, pero todavía quedaba tiempo para la campanada, en nombre de Eneko y de un enorme Real Unión de Irún, que sacó los colores a todo un Real Madrid.
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