En un choque de trascendencia vital para el combinado nacional, el de Fuentealbilla regresó al once para devolver la esencia a 'La Roja' del Viejo Continente. El barcelonista llega fresco a la cita mundialista y se está erigiendo como el principal baluarte de un equipo que busca el título planetario agradando, y como líder de un grupo H en el que los sudamericanos acabaron segundos.
Y es que el fútbol mueve masas por su apariencia inexplicable. Si contra Suiza y Honduras los campeones europeos asediaron el arco oponente con poco éxito --apenas 2 goles de 64 lanzamientos--, frente a los sudamericanos saborearon el éxito en sus dos primeros lanzamientos a puerta, en un irrevocable ejercicio de efectividad.
Y esto, a pesar de que los pupilos de Vicente del Bosque no pudieron imponer su estilo de toque. El motivo, la pizarra de Bielsa, la misma que adelantó la presión de los jugadores chilenos en la zona de creación de los 'bajitos' españoles, incapaces de originar peligro y 'regalando' el peso del partido.
Así, el comienzo del envite dejó un regusto amargo, máxime cuando una triangulación entre Mark González y Alexis Sánchez llevó el susto a la 'trinchera' de Casillas. Asimismo, dos claros errores de Torres tras varias jugadas repletas de incertidumbre de la zaga rival adelantaron la misma incertidumbre en torno al '9' 'red', aún en proceso de reinserción.
De este modo, y sin noticias del balón, España fue madurando el encuentro al hipotecar continuamente a la medular chilena, donde Estrada, Medel y Ponce se ganaron la amonestación. No obstante, un contragolpe aislado iniciado por un pase en largo de Xabi Alonso buscando al 'Niño' propició una salida de Bravo que, tan incierta como arriesgada, favoreció el rechace para que Villa anotase a placer desde 35 metros.
Ahora, abierta la veda, los disfraces fueron paulatinamente cambiando de dominio, siendo ahora 'La Roja' europea la productora de ocasiones. El testigo cambio definitivamente de manos cuando Iniesta volvió a armonizar con su juego. En una recuperación del '8' nacional, y tras asociarse con Villa, el de Fuentealbilla amplió la renta con un toque interior inalcanzable.
Sin embargo, los réditos del gol fueron mayores tras la expulsión de Estrada, enzarzado con Torres en segunda instancia. Con este panorama alentador se llegó a la bocana de vestuarios, pero esta Chile se guía por la euforia. El terremoto asolado en este país ha conjurado a una selección a la que le sobran los motivos para explotar sus condiciones.
Por ello, a pesar de su aparente abatimiento, el rescate de los sudamericanos fue inmediato tras reducir distancias el recién incorporado Millar, quien se aprovechó del sopor inaugural de los españoles tras un lanzamiento que rebotó en Piqué para desesperación de Casillas.
Este paréntesis no hizo sino intensificar la dictadura española. En esta situación, con un rival menos, y con Cesc acudiendo en auxilio del innegociable estilo propio, España volvió a disfrutar con el balón, amasando las jugadas con delicia y llegando con peligro hasta Bravo, aunque sin nuevos aciertos.
Con todo sobre la mesa, y con los chilenos reduciendo la carga ante la asfixia general, ambos combinados parecieron acordar un pacto de no-agresión para mantener el resultado, puesto que los rumores desde Boemfontein entre suizos y hondureños facilitaban la clasificación de los dos bloques latinos.
Con este desenlace, y después de la derrota (0-1) ante Suiza y la agridulce victoria (2-0) frente a Honduras, España restituyó su mermada moral. Ahora, superado este 'match ball', los de Del Bosque otean en el horizonte a Portugal, el próximo martes 29 (20.30 horas) en Ciudad del Cabo.
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