Sunday, June 15, 2008

Crónicas de un español descreído (II)

Cuando España peca de horizontalidad suele pagarlo. Ibrahimovic controló, dejó a Ramos en el suelo y Casillas inexplicablemente no fue capaz de para rel balón que mansamente se introdujo en la red de la portería española. Los suecos, provenientes de su lejana peinínsula helada del norte, palntearon un partido físico y sin fisuras atrás. Me sorprendieron, para que nos vamos a engañar. Me esperaba de Suecia un equipo más ofensivo, a pesar de el confirmado mito de que es un equipo diseñado para jugar a la conta, al más puro estilo danés de toda la vida. Suecia no mereció nada, pero España acusó en exceso la falta de brillantez de ambos delanteros. Ni Villa ni Torres hicieron el partido de su vida a pesar de que ambos marcaron y de que ambos lucharon todo lo que pudieron o supieron.

Ganamos, sí, en el último minuto, sí, como los grandes, dicen algunos, vale. No me lo creo. Un error del central sueco permitió a Villa batir a Isaksson tras 92' minutos de juego poco fluido y sin profundidad. A España le faltó velocidad y movilidad arriba. Se demostró, por enésima vez, que un partido sin defensas abiertas y sin espacios al más puro estilo Rusia no nos conviene en absoluto. A pesar de tener la pelota. A pesar de no perderla. E incluso a pesar de jugar al toque, decentemente y en ocasiones brillantemente. Me gustó Fábregas, he de decirlo, ya que demostró que su único problema en la selección es la alargada sombra de un Xavi que ayer desapareció. La entrada de Fábregas revitalizó al equipo que jugó mejor pero sin mucha idea de cómo replantear el partido ante la inmóvil defensa sueca. En favor de España, he de decir que jamás un error en defensa valió para tan poco. ¿Alguien sabe qué fue de Sergio Ramos? Antes de la Eurocopa era probablemente el mejor valuarte de España y ahora no deja de ser un agujero en defensa y un jugador menos al que pasarle el balón. Por cierto, segundo pelotazo de Capdevilla segundo gol. Eso sí es suerte.

España está en cuartos. Se enfrenta a su historia y a su propia leyenda en lo que va a suponer una prueba de fuego para esta generación, sabedora de la importancia de un éxito -pasar de cuartos es un éxito, sí, somos así, no nos engañemos- como el que pueden conseguir en esta Eurocopa. Quizá del partido contra Rumanía, Italia o Francia se deposite el futuro de una excelente generación que puede pecar de falta de verticalidad y velocidad, pero no exenta de calidad. España, es cierto, duerme y amansa al rival haciendo lo propiot con el balón. Pero no es menos cierto que una genialidad de cualquiera de los nuestros resuelve el partido. Y jamás hemos tenido ese factor. He de suponer y de esperar para la selección que será Rumanía quien se enfrente a los pupilos de Aragonés en cuartos. Bien, puestos a elegir me quedo con ellos. Primero porque el partido sería un éxito de audiencia en España, segundo porque quizá un equipo sin renombre sirva de estímulo para cumplir el objetivo de las semifinales, y tercero porque ni a Francia ni a Italia les quiero ver ni en pintura. Especialmente a Francia, contra quien la historia, pesa más que nunca.

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