Este Arsenal demostró ser tan grande (y extraño) que se consagró como rey sin haber ganado de local, pero destrozando a sus rivales de visitante. Y esta final no fue la excepción, ya que la corona la logró por el 3-2 del Azteca. En un increíble partido en el estadio de Racing cayó por 1 a 2 con el America mexicano, que aun no entiende como se le escapo esta copa.
El arranque fue plagado de nervios. Pero a medida que pasaron los minutos, el partido se armó de tal forma que terminó siendo un primer tiempo bárbaro.
Porque América, de la mano de la movilidad de Federico Insúa (el más silbado), buscaba las mejores vías para llegar hasta las barbas de Mario Cuenca por la 'cancha de abajo', mientras que Arsenal era una pesadilla en las alturas.
El local fue superior e incluso se perdió tres goles increíbles, pero injustamente los mexicanos se fueron al descanso en ventaja. Porque Ricardo Rojas, sobre los 18, supo aprovechar el sector izquierdo, llegó al fondo, tiró el centro y el balón encontró a un Cristian Díaz que no pudo detenerse y terminó batiendo su arco.
Arsenal no acusó el impacto, todo lo contrario. Con guapeza fue en busca del empate, que por capricho del destino no llegó. A los 21 San Martín ganó en otro centro y Calderón reventó uno de los palos, a los 29 "Caldera" sacudió el travesaño y dos minutos después el "Negro" Mosquera, frente a Guillermo Ochoa, se perdió un gol imposible. La última del local fue un nuevo frentazo del "Pelado" número 5 que sacó el '1' mexicano.
En los primeros minutos del epílogo poco cambió, hasta que el reloj se clavó en el minuto 18, y se paralizaron los corazones argentinos. Lo que parecía un centro sin mayor incidencia terminó en el 2-0, cuando Juan Carlos Silva apareció por sorpresa a espaldas de los defensores, por el sector izquierdo y clavó una volea bárbaro. Desde ahí Arsenal fue con todo al ataque, Alfaro puso toda la carne al asador y el América esperó de contra. Lo tuvo el 'Papu' Gómez y Calderón por partida doble, pero Ochoa estaba en su noche y los delanteros locales poco precisos.
El minuto 23 sería clave, porque saltó a la cancha Andrizzi, que terminaría siendo el héroe del partido más importante en la historia de Arsenal.
12 minutos después de su ingreso, el ex Boca guapeó una pelota en el área ajena, se tiró al piso, la ganó se la llevó y batió finalmente a Ochoa.
De ahí hasta el final, un sufrimiento que valió la pena, porque después vendría el eterno goce.
Salú Arsenal, por que lo de equipo chico es solo para el merchandising... en la cancha eso se suple no huevos y actitud!!!
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