(Efe) El Milán se encontrará a Boca Juniors en la final del Mundial de Clubes, después de deshacerse hoy sin pisar el acelerador de un Urawa Reds voluntarioso en un partido en el que Kaká puso el prólogo del papel que ha venido a jugar en Japón: ganar el FIFA World player.
El brasileño no tuvo ni que despeinarse para poner al Milán en la final. Kaká jugó al doble de velocidad que sus defensores y sin embargo pareció que no hacía ningún esfuerzo. Los mayoría de los aficionados japoneses, que habían comprado sus entradas para verlo jugar, coreaban sus arrancadas y lamentaban sus fallos. Al Urawa le duró la ilusión de jugar contra el campeón de la Liga de Campeones europea 67 minutos, los que le tomó al Milán hacer un gol, en el resultado de la asociación Kaká-Seedorf, que funciona sola.
Al mejor equipo de Asia todavía le falta mucho para poder enfrentarse con garantías a los mejores clubes europeos. De hecho cuando más creían en sí mismos los japoneses, cuando más envalentonados estaban llegó el gol "rossonero". Al rato se rompió Tulio, el japonés-brasileño que más creyó en que el Urawa podía hacer algo, y se acabó el partido.
El equipo nipón comenzó el partido con un par de arreones al contraataque en los que pudieron haber tomado desprevenido al Milán, pero lo que quizá sorprendía más a los italianos en los primeros minutos fue la coordinación colectiva de los aficionados del Urawa, que cuando aplauden lo hacen todos a la vez. Al partido le costó coger ritmo, pero una vez arrancó siguió el guión lógico. Las ocasiones de los italianos se sucedían: una falta de Pirlo, una jugarreta de Kaká que Seedorf desaprovechó con un tiro sin intención, un cabezazo de Ambrosini, una volea preciosa de Seedorf. Pero el Milán no marcaba y Ancelotti comenzó a pasearse por las inmediaciones del banquillo.
Después de un par de diagonales del brasileño ante los defensores nipones, a éstos comenzó a entrarles el tembleque cada vez que el 22 cogía la pelota. Y pasó lo que Kaká quiso que pasase: un cambio de ritmo elegante y un pase atrás para Seedorf que el ex madridista transformó sin contemplaciones. Los italianos han venido a Japón a ganar el Mundial de Clubes y eso hoy se notó en el Estadio de Yokohama. Boca Juniors tendrá que demostrar algo más de juego que el desplegado ayer contra los tunecinos del Etoile.
Los italianos entraron hoy en competición al paso de un campeón, con el público rendido a su fútbol y su solera, y convencido de llevar a Europa este título por vez primera desde que dejó de llamarse Copa Intercontinental.
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