(Efe) El Valencia, con dos goles de cabeza al principio del encuentro, y con otro testarazo al final, derrotó al Getafe por 3-1 y se adjudicó una Copa del Rey, la séptima de su historia, que le permite culminar con un título una temporada nefasta.
El Valencia es el campeón porque atacó con más decisión la final, ante un rival que no encontró su juego y sólo sobrevivió con esperanza mientras aguantó el físico de Esteban Granero.
No sólo le cuesta al conjunto de Michael Laudrup entrar en los partidos, sino que parece que necesita verse al borde del abismo para reaccionar. Le ocurrió en el Allianz Arena, en la vuelta contra el Bayern y repitió ante el Valencia. En el Calderón, habían pasado poco más de diez minutos y ya había entregado más de media copa al rival.
El Valencia, al contrario, convirtió en motivación el apoyo recibido desde las gradas y salió convencido de que una final es suficiente motivo para, al menos durante hora y media, firmar la paz y reivindicar el valor de su plantilla.
Con el empuje de Rubén Baraja y Carlos Marchena ahogó el centro del campo getafense y sacó ventaja de la movilidad entre líneas de David Silva para lograr una ventaja que pudo ser decisiva. Marcó en su primer ataque. De un buen desmarque del centrocampista canario, bien visto por David Villa, partió el primer gol, rematado de cabeza en el centro del área y sin oposición por Juan Mata (m.4).
En estado de shock y con el recuerdo fresco de la final perdida hace un año, por otro gol en los primeros minutos, el Getafe aún concedió a su rival otro tanto, tras un saque de esquina lanzado por Silva, al que no quiso acudir el meta Óscar Ustari y que cabeceó de nuevo sin oposición Alexis Ruano.
La final se iba para Valencia gracias a la cabeza de Mata, uno de los pocos jugadores rehabilitados por Ronald Koeman, y de Alexis, titular en el último momento por la baja de Iván Helguera.
Pero el Valencia llega al tramo final de la temporada con demasiados temores y, pese a que el Getafe tardó más de veinte minutos en inquietar al alemán Timo Hildebrand, encontró la ayuda de los de Koeman, que fueron reculando hacia su área, para entrar de nuevo en la final, gracias a un penalti cometido por el italiano Emiliano Moretti sobre el rumano Cosmin Contra, que transformó Esteban Granero.
Fue la última acción del primer tiempo. Un penalti controvertido, porque Undiano Mallenco delegó toda la responsabilidad en su ayudante, destinatario de las quejas valencianistas de camino al vestuario.
El descanso pareció reactivar a David Villa, que estuvo a punto de marcar en dos acciones consecutivas, una contra que terminó fuera y otro disparo, tras un gran regate dentro del área, que rechazó en su mejor intervención Ustari (m.53).
Pero el mando del encuentro ya lo tenía el Getafe, gracias a Granero y al infortunio valencianista. El ex jugador madridista, al que no le importó lanzar el penalti, pese a no haber tirado ninguno en toda la temporada, envió un balón al larguero a la hora de juego y fue en todo momento la referencia de su equipo.
El Valencia se encontró, de golpe, con una defensa inédita, por las lesiones de Raúl Albiol y Moretti, que acabaron por desequilibrarle. Entró el portugués Marco Caneira, para formar como central junto Alexis, pero poco después tuvo que acudir al lateral izquierdo, mientras Marchena ocupaba su puesto en la zaga y Edu entraba al centro del campo.
Con Villa también bajo mínimos y sustituido por Fernando Morientes en el minuto 74, al Valencia no le quedó más que una defensa heroica de su defensa y al Getafe recordar la enseñanza del Bayern, o lo que es lo mismo, confiar en que los títulos no se entregan hasta que ha finalizado el partido.
Con esa fe remató de cabeza Braulio Nóbrega, pero despejó Hildebrand junto al palo. Y acabó la final.
El Getafe se despidió de un nuevo sueño lastrado por otro error de un meta argentino. En esta ocasión, Ustari no blocó una falta lanzada por Baraja y envió su rechace hacia Morientes, que en plancha y de cabeza logró el tanto de la sentencia.
No hubo tiempo más que para que el suizo Fabio Celestini se ganase la expulsión, en medio de la explosión de júbilo de la afición del Valencia, que pese a todo pidió la dimisión de Koeman, y de la desolación getafense, que en una semana se ha quedado sin nada, tras acariciar el cielo.
El Valencia se encontró, de golpe, con una defensa inédita, por las lesiones de Raúl Albiol y Moretti, que acabaron por desequilibrarle. Entró el portugués Marco Caneira, para formar como central junto Alexis, pero poco después tuvo que acudir al lateral izquierdo, mientras Marchena ocupaba su puesto en la zaga y Edu entraba al centro del campo.
Con Villa también bajo mínimos y sustituido por Fernando Morientes en el minuto 74, al Valencia no le quedó más que una defensa heroica de su defensa y al Getafe recordar la enseñanza del Bayern, o lo que es lo mismo, confiar en que los títulos no se entregan hasta que ha finalizado el partido.
Con esa fe remató de cabeza Braulio Nóbrega, pero despejó Hildebrand junto al palo. Y acabó la final.
El Getafe se despidió de un nuevo sueño lastrado por otro error de un meta argentino. En esta ocasión, Ustari no blocó una falta lanzada por Baraja y envió su rechace hacia Morientes, que en plancha y de cabeza logró el tanto de la sentencia.
No hubo tiempo más que para que el suizo Fabio Celestini se ganase la expulsión, en medio de la explosión de júbilo de la afición del Valencia, que pese a todo pidió la dimisión de Koeman, y de la desolación getafense, que en una semana se ha quedado sin nada, tras acariciar el cielo.
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