Ni siquiera dejan tiempo a saborear el título liguero a los aficcionados al Real Madrid y ya sabe el As quién dirigirá el equipo la próxima temporada. Quiero creer que tienen fuentes fidedignas y fiables y que no se trata de especular con el deseo de sus periodistas y de algunos seguidores blancos.
Pero cuando ni el mismísimo Pedja Mijatovic lo tiene claro, ni siquiera Ramón Calderón que aunque haya tomado ya su decisión, sabe que es una decisión arriesgada sea la que sea. O por lo menos eso es lo que estos días han dejado entrever en sus interminables y repetitivas entrevistas. No creo que se deba faltar al respeto a Fabio Capello de esta manera cuando aún es el entrenador oficial y hoy mismo juega un partido con el Real Madrid (Partido por la Paz, La Sexta 19:45).
Ya estamos acostumbrados hoy en día que los contratos que se firman en el fútbol, no tienen por qué llevarse a cabo hasta su finalidad, pero cuando un entrenador quiere seguir (Capello en este caso) y demuestra sus credenciales con títulos y saber hacer dentro del vestuario blanco, y además, el despedirlo sale más caro que el consolador de Victoria Beckham, el despedirlo significa remar a contracorriente del club y recibir los elogios de un sector de la presa madridista y aficcionados que nunca se conforma con el juego de los blancos aunque gane como sea.
Cierto es que la propuesta de Schuster es más atractiva futbolísticamente hablando, pero sólo a priori. No sabemos cómo va a sentar en el vestuario madridista su fichaje, pues la inmensa mayoría de los jugadores han declarado su conformidad y apoyo a la continuidad de Capello en los últimos meses. ¿Será capaz el bueno de Bernardo de dirigir las riendas de un vestuario tan caleidoscópico? Muchos lo intentaron anteriormente y ya sabemos como acabaron, cuando por fín el club blanco consigue un entrenador que logra encauzar el vestuario por la senda de la competividad y los triunfos, de hecho, lo trajeron para tal fin, parece que ahora toca cambiar.
No se por qué pero esta situación me recuerda mucho al cese de Vicente Del Bosque en la era Florentino, y es que cuando las cosas van medianamente bien, es mejor no tocarlas, no vaya a ser que se pierda lo conseguido.
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