(Efe) Brasil sacó todo su oficio y acabó con el sueño argentino de volver a lograr un título de selecciones tras catorce años de ayuno y, de paso, silenció los pronósticos que veían a Argentina campeón al golear al equipo de Alfio Basile por 3-0.
La selección brasileña revalida el título obtenido hace tres años en la edición de Perú y suma ya ocho copas, a seis de Argentina y Uruguay, ambas con 14.
La primera llegada del partido trajo el primer gol de Brasil. El encuentro parecía estancado en el centro del campo cuando un pelotazo largo encontró a Júlio Baptista cerca del área quien, viendo adelantado a Roberto Abbondanzieri, sacó un remate de pierna derecha que se metió por el segundo palo. El gol tempranero determinó el libreto del partido, con Argentina obligada a buscar la posibilidad de atacar y Brasil concentrándose en el trabajo defensivo y tratando de explotar los espacios que se veía obligado a dejar el rival.
Inicialmente, pareció que Argentina, que llegaba a la final como clara favorita, iba a reaccionar ante el gol en contra con una andanada ofensiva. En el minuto 9, Juan Román Riquelme estrelló un tiro contra el poste derecho de la portería defendida por Doni, con lo que estuvo a punto de igualar el partido culminando una jugada iniciada por Lionel Messi.
Sin embargo, a los esfuerzos ofensivos argentinos les faltaba continuidad ya que al equipo le costaba muchísimo llegar y sufría con el trabajo de marca dispuesto por los brasileños, que permanentemente lograban doblar al hombre que llevaba la pelota.
Si Argentina tenía dificultades para llegar, Brasil, cuando se acercaba a la portería contraria, era casi siempre peligroso. Sobre todo las proyecciones de Maicon por la banda derecha hacían sufrir muchísimo a los argentinos y justo en una jugada por ese costado vino el segundo gol brasileño, cuando Fabián Ayala intentó cortar un centro con tan mala fortuna que terminó marcando en propia puerta.
Brasil, contra la mayoría de los pronósticos, estaba imponiendo autoridad en el campo y no parecía extrañar a Ronaldinho ni a Kaká mientras que en Argentina Messi sufría con el sistema de marca del rival, Juan Sebastián Verón no aparecía para ejercer su acostumbrada función de despertar al equipo en los momentos difíciles y Riquelme, aunque lo intentaba todo, no era decisivo.
Fuera del disparo en el poste del minuto 9, Argentina sólo tuvo en la primera parte una ocasión en el minuto 35 cuando Doni reaccionó con una gran parada ante un disparo de Riquelme.
Brasil no sólo marcó bien sino que también, en su trabajo defensivo, recurrió con frecuencia a herramientas poco nobles como faltas reiteradas en el centro del campo y demoras deliberadas en la reanudación del juego.
En parte, el partido parecía un poco el mundo al revés, con una Argentina que había llegado como favorita y con un Brasil que a ratos recurría a mañas y trucos que se consideran normalmente más propios de los rioplatenses.
Argentina no lograba generar nada interesante de las faltas a su favor y en cambio de una de ellas salió el contragolpe que trajo el tercer gol brasileño, marcado por Dani Alves tras recibir, completamente desmarcado, un pase de Vágner Love, mientras los argentinos corrían desesperadamente en dirección a su propia área.
El tercer gol era ya la puñalada definitiva. Argentina, con el ingreso de Pablo Aimar y Lucho González por Verón y Esteban Cambiasso, le había dado más fuerza ofensiva al centro del campo pero la suerte estaba echada y Brasil estaba crecido.
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