(Efe) El técnico del Tottenham, Juande Ramos, dedicó la goleada conseguida frente al Arsenal en la Carling Cup -"la mejor actuación del equipo" desde que él es entrenador de los Spurs- a la afición del club y a sus jugadores, toda una "alegría" que colma las ilusiones del entrenador español.
Además, un dato duro y cristalino como un diamante: el Tottenham no le ganaba al Arsenal desde hace casi una década. 21 partidos sin mojarle la oreja a su rival unas millas al sur. Si había que ganar un partido esta temporada, quizá fuera éste.
Tanta pasión no desbordó al técnico manchego del Tottenham, que se doctoró en el fútbol británico con una lectura perfecta del choque. Recordó al planteamiento de Alex Ferguson en el Emirates hace un par de meses. Hoy, Juande regaló el balón a los dos brasileños que comandaban el juego ''gunner'' y explotó las contras de una pareja de delanteros envidiables en todo el mundo: el búlgaro Dimitar Berbatov y el irlandés Robbie Keane.
Tras un "ensayo" de Gilberto y la consiguiente mofa de la grada, marcó el Tottenham para subir un punto más el nivel de decibelios -parecía imposible-. Berbatov, un jugador letal con el balón en los pies, se convierte en un futbolista de filigrana cuando el esférico bota y nadie se atreve a bajarlo. El búlgaro fue capaz de ponerlo a los pies de Jermaine Jenas, que, delante de su seleccionador, Fabio Capello, hizo el resto. Jenas condujo el esférico rodeado de rivales para soltar al borde del área un disparo colocado al palo, donde el polaco Lukasz Fabianski fue incapaz de llegar.
Desde el siglo XX -noviembre de 1999- el aficionado de los ''lilywhites'' no se reían de su vecino. Nueve años de historia de los que Arsene Wenger, técnico del Arsenal, es absoluto protagonista. El francés lo ve claro: Cesc, calienta.
Mientras Fábregas pensaba en la banda cómo cambiar el curso del choque, el ficticio dominio de la posesión por parte del Arsenal se traducía antes en peligrosas contras del Tottenham que en fútbol del combinado de Wenger. Fue demasiado para el Profesor, que en el minuto 18 decidió introducir a su ''4'' preferido: Cesc Fábregas.
El primer balón del catalán fue un pase inteligente para abrir el campo a la vez que una pitada de White Hart Lane, buena señal para él: se le teme y respeta. El partido, en todo caso, se durmió para que White Hart Lane lo despertara al filo de la media hora. Al lento ritmo de gospel -The Saints-, Jenas botaba una falta al punto de penalti que Bendtner despejó a la misma escuadra de su portería.
En dos suspiros, con el equipo de Juande desbocado y en lo que el graderío se abrazaba y felicitaba, llegó la posibilidad que pudo acabar con el partido. Berbatov se plantó delante del meta ''gunner'' pero puso el balón en el palo.
Para que no hubiera dudas, a los dos minutos de la reanudación Robbie Keane hizo bueno un enorme pase con el exterior de Aaron Lennon y dejó en evidencia a Fabianski. El tres a cero enterraba el choque y servía en plato de lujo -nada frío- una venganza que tuvo un momento álgido el año pasado en las semifinales de esta misma competición, con victoria de los ''Cañoneros''.
En 47 minutos de venganza reconcentrada, habían borrado dos lustros. O, al menos, los habían barrido debajo de la alfombra para deleite de una noche inolvidable. El cuarto de Aaron Lennon tras una nueva contra letal fue la puntilla para el Arsenal, incapaz de recordar una derrota así de humillante.
El gol de Emmanuel Adebayor, insípido como un vaso de agua del grifo, pareció silenciar a la grada. No fue así, cogieron el último aliento para despedir a los ''Spurs'' como merecían: con un eterno "Qué será será..." preludio del apoteosis: el quinto de la noche, una manita de ensueño firmado por el francés Steed Malbranque.
Juande accedía a su primera final en el fútbol al que vino a triunfar por la puerta grande. Vapuleando al equipo que ha maravillado esta temporada a todo el planeta.
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